El ciclo comienza de nuevo, igual que el pasado año, y otros muchos antes. La culpa es de los Olea Europea I, que desde la Prehistoria están empeñados, no ya en sobrevivir, sino en expandirse por el mundo entero. Este especial invasor, comúnmente conocido como olivo, es un árbol milenario, que ha enfrentado -y superado- situaciones complicadas, cambios de clima, ejércitos, guerras, plagas y sobre todo al paso del tiempo, mucho tiempo. Un árbol, que durante este largo periodo, ha sido el perfecto compañero de viaje del ser humano, de la cultura y el progreso, parte esencial de la nueva sociedad.
Este generoso árbol,
también ha ofrecido su aceite para iluminar y hasta para el final de la
existencia, en los Santos Óleos ¿qué mejor que este aceite? ¿qué tendrá
que hasta lo bendicen? Y además de sus sagradas utilidades, también hay
que hablar de las benéficas propiedades para el ser humano, atributos
hoy bien conocidos y reconocidos, no solo a nivel científico o médico,
sino en el día a día, en la mañana, cuando el primer gesto tras
levantarse, es tomar la oportuna cucharada de aceite de oliva, hasta la
posterior tostada, el mejor de los guisos, cerrando con
broche de oro, con una exultante ensalada.
Así es, como en Requena, territorio bobal, donde el bosque abraza al viñedo, y el llano deja de serlo, cuando tras la curva o el repecho, cerrando el abrazo, surgen los olivos, verdeando sus hojas y frutos, recordando al caminante, que son más que sabor y pasión. Pues, tanto el árbol, el fruto o las hojas, de este fiel acompañante, han servido al hombre, como símbolo de regeneración, paz, distinción o redención, desde Noé, Gethsemaní, y la Grecia Olímpica, hasta nuestros días.
Y aquí están, enhiestos y generosos, los olivos de Oli&Oli, en cultivo ecológico, primando lo natural, en plena correspondencia con la condición del árbol, del producto.
Y llega la recolección del fruto, de la oliva, trabajo que debe llevarse a cabo, sin perjuicio o maltrato del árbol, algo muy importante para evitar que se debilite o pierda follaje. Una vez recogido el fruto, entra a estas instalaciones, donde antes de nada, se eliminan los palillos, hojas, piedras o cualquier otro objeto extraño, que pueda acompañar a las olivas.
Una vez limpias, pasan a la fase de molturación, donde surge el oro verde, que posteriormente es almacenado en tanques de acero inoxidable, a la temperatura adecuada.
Por supuesto, que a su lado, siempre se encuentra una canción, melodía o poesía, inseparables compañeros del olivo y del aceite, al que compositores, poetas y cantantes han dedicado sus canciones, piezas y odas.
Desde Machado, Miguel Hernández, Neruda........
Olivo solitario,
lejos del olivar, junto a la fuente,
olivo hospitalario
que das tu sombra a un hombre pensativo
y a un agua transparente.
al borde del camino que blanquea,
guarde tus verdes ramas, viejo olivo,
la diosa de ojos glaucos, Atenea
Antonio Machado.
Y si durante la cata, surge la inspiración, ahí está el piano, preparado para la ocasión.
aceite,
recóndita y suprema
condición de la olla,
pedestal de perdices,
llave celeste de la mayonesa,
suave y sabroso
sobre las lechugas y sobrenatural en el infierno
De los arzobispales pejerreyes.
Neruda. Oda al Aceite. -Nuevas Odas Elementales.1956-.