MOCORITO 2020

24.02.2020

   El que la sigue la consigue. Y el premio Mayor a la mejor promoción y gestión del turismo ha recaído en la población de Mocorito, un premio que está íntimamente relacionado con la constancia y el buen hacer. No es casualidad, que esta población sea diferente y diferenciada, y que cada día ponga más empeño para que siga siendo así.

   Su fama le precede y lo mágico va por delante. Alguien se preguntará ¿ Cómo puede ser eso? Es fácil o difícil, según se mire. 

   Resulta que cuando se escucha hablar de la "Atenas de Sinaloa" o del "Liceo Rosales", seguramente no habrá duda respecto de qué lugar se habla. Si se añade Buelna o Agustina Ramírez, ya será diáfano.

   Pero esto no es todo amigos, porque si nos ponemos a hablar sobre Mocorito, nada está dicho, todavía estamos en el prefacio.

   Hay más, por supuesto. Si decimos la "Toscana" de Sinaloa, el pensamiento rápidamente vuela hasta un lugar musitando -no, palabras de amor no, esa es otra historia- "Girasoles". Aunque pongan atención, porque deberemos cambiar y decir "Bramasoles", como deferencia especial al lugar.

   Atención y deferencia a Mocorito,  en muestra de admiración y respeto a la "Toscana del Evora" convertida en todo un referente, inevitablemente copiada y envidiada, pero conste, es envidia sana, de la buena. ¿Acaso no?

   Todo comenzó el 2019, aquella mañana en que unos seres extraños, de penachos amarillos, tomaron y sitiaron Mocorito. Tan erguidos seguidores del sol, pareciera que se mantienen perennes y estáticos, si no fuera porque una leve heliotropia los delata.

   Estos seres obnubilados, son conocidos como tornasoles, girasoles, Bramasoles, le tournesol, mirasol, maravilla, flor del sol, acahual,  chimalxóchitl. 

   Y son los que nuevamente convirtieron a Mocorito en portada de medios sociales y de información, popularizando más que nunca la ruta de "la Atenas y la nueva Toscana". Pero todo el mérito no se puede achacar a "los seres". Esto no sería posible sin una historia y trabajo previo de años, de empeño y dedicación. Del esfuerzo y la colaboración de los Mocoritenses, los de cuna y los de adhesión, todos de corazón. De una historia y trabajo previo, eficiente y efectivo. 

   Con poco, mucho. Esta frase debería estar labrada en piedra, esculpida en el escudo de Mocorito, desde el pasado. Con poco conseguir mucho, de la sencillez obtener los mejores resultados, ese es el secreto. ¿A qué tanto ruido y tan pocas nueces de otros? ¿a qué viene tanto aparentar? ¿a qué el vano intento de otros que disponen de craso presupuesto, por manifestar o intentar exhibir supuestos logros y resultados? Con poco, conseguir mucho, esa es la piedra filosofal. Ese es el mérito de algunas lugares y sus gentes, que debe ser reconocido más que nunca, en tiempos de inhabilidad, banalidad e indiferencia.


Estos seres desde su llegada fueron acogidos por la población, siendo objeto de atenciones y cuidados, acudiendo curiosos, viajeros, turistas y trotamundos de lugares impensables en otros momentos; se dejaron caer influencers y aspirantes vocingleros al "oficio", agentes de viaje y pseudoagentes, de recién estrenados promotores.

   De cercanas poblaciones y de otras más lejanas, vinieron autoridades a comprobar de propia mano el éxito obtenido, tratando de importarlo. Aunque sea para poner unas bonitas macetas con algunos girasoles, ¿Cómo es posible que esto ocurra en Mocorito? ¿Y en mi pueblo "pa' cuándo"? 

De nuevo nos reencontramos con la Iglesia de la Purísima Concepción, las musas de los cuatro elementos y el Chepito, ese pequeño tren tan conocido en Mocorito y por sus visitantes.

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