CRÒNIQUES  DE  L' ANY  1000

03.03.2020

   "Els xiquets i els bojos sempre diuen la veritat o al menys, així ho afirma la saviesa popular." Traducción automática: Los niños y los locos siempre dicen la verdad o al menos así lo afirma la sabiduría popular.

   Al fin llegó, aunque se hizo de rogar. He aquí, ante nosotros a la reina de los platos. ¡Calleu tots, ascolteu, dejen gritos y alharacas que ya llegó la Paella. Pero atentos, que no es cualquier paella, es la auténtica y verdadera, la Valenciana! ¡Ché! ¡Qué paella catalana, qué chorizo ni costillas o revueltos similares, qué collóns! No hay paella catalana, como no hay Mongetes amb butifarra de Toulouse, un prosciutto catalán, foie gras de sancti petri o ceviche de ampurdán. 

   Agachen la testuz, "caps de suro", ríndanse ante la razón y cesen en su descaro. Callen, pues no por mucho gritar, lograrán razón ni aquiescencia. No toquen "més els collóns", vengan y muestren acatamiento, y encontrarán del espíritu grandeza, humildad de corazón y quizás hasta indulgencia, casi plena, porque " pa'más ya no alcanza -ja s'ha esgotat la paciència-. 

   Y es que así están las cosas y asimismo las contamos, pese a conspicuos enemigos, que no dan tregua al asedio y al asalto de su fama, ingredientes, condimentos y hasta al mismo continente, ese santo recipiente, mal llamado paellera y por algunos sartén. Atacantes y asaltantes, degradados y vendidos -que exceptuando a cierta plebe-, son más de adentro que fuera. 

   Paella no hay más que una, Valenciana de Valencia, la del Rey Conquistador, la del gran Jaume I, sus nobles acompañantes, "fijodalgos", caballeros, adjuntos y demás compaña. Esa que con solo mirarla, no hay abstinencia que valga, y pardiez, que solo resta exclamar, a boca llena, "Ché, quina paella més bona". Esa que cada vez que se daba la ocasión, deglutían con tesón, el rey el conqueridor, sus condes, monjes, soldados y hasta el más bajo escudero. Paella que bien vale un reino o dos y podría ser que tres, paella de un Mio Cid, más llamado Campeador, azote de felones, alevosos y cobardes, aquel que en cuanto asomaba, montando por Bab al Canar, el pérfido Abú el Chistau y su asociado Ben Malar, salían escopeteaos, cual si fuesen por herencia, sin un alto ni parada, hasta que al fin divisaban la venta de Al Buti farra, en la que cierta "genteta" acogía a esta "gentola", amparando y dando pábulo a sus espúrios guisotes .

Y así, de esta manera, se inaugura  las entregas de lo gastro y el turismo que se vayan presentando.

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