No se prolongará más allá, será algo pasajero, una ligera perturbación de la rutina, proyectos y planes. Así decían y repetían enfáticamente -tratando de convencerse a sí mismos-, las dignidades que "portan la púrpura y diadema". Y así se iban los días, entre el "no saber y el ya veremos", hasta la mañana en que las puertas de las agencias de viajes no se abrieron -hecho insólito-, los hoteles cancelaron su recepción y los guías, sin nadie a quien orientar, se retiraron. Las computadoras entraron en suspensión y los teléfonos en un extraño mutismo, la calma era inquietante, opresiva. Había llegado lo que más que temer, odian los turisteros: el silencio más absoluto. Sin viajeros, ni turistas, el sector volteó hacia "la Acrópolis", esperando directrices.
"PERO LA PANTALLA TURÍSTICA SE FUNDIÓ EN NEGRO"
Refranero: "Éramos pocos y........"