CATA CUEVAS MURVIEDRO
21.07.2022
La Muy Noble, Leal y Fidelísima Ciudad de Requena no solo atesora historia y cultura estrictamente considerados, sino que va más allá, hablamos de la vitivinicultura que desde siglos o milenios atrás, forma parte de su historia y tradición, del vino como fenómeno y manifestación cultural y social.
Buen ejemplo de ello se puede encontrar en los campos de vid circundantes, pero también en el subsuelo, porque el antiguo núcleo se asienta sobre un conjunto de cuevas y galerías, en las que la gente almacenaba y preservaba sus más preciados bienes, el grano, el vino, aceite y a veces, también la vida. En la Plaza del Coronel Albornoz, plaza de la villa, se localiza una mayor concentración de cuevas, unas 22, excavadas por la mano del hombre en la toba caliza y arcilla, que se remontan a la época de la invasión musulmana, siglos XII-XIII. Lo más curioso, es que estas cuevas estuvieron en uso hasta el siglo XVII, cuando para la remodelación del casco urbano y creación de la plaza, conlleva el derribo de diversos edificios y el relleno de los subterráneos con sus escombros.
Así permanecen hasta que en los años 70, vuelven a la vida, se redescubren, se extraen los escombros recuperándose poco a poco. De entre este conjunto, destacan las rehabilitadas y acondicionadas por Bodega Murviedro en el año 2.017, siendo visitables acompañados por una guía de la bodega, que facilita toda la información y detalles, respondiendo a las cuestiones que surjan durante el recorrido.
En el vestíbulo de entrada -para ir entrando en materia-, se muestran tres tipos de depósitos para el vino, desde la antigua tinaja de barro, a la que tanto se debe, porque fue gracias a ella que se pudo transportar, dar a conocer y saborear esta bebida de dioses; la clásica, el "foudre", menos frágil y más manejable, que además aporta crianza y sabores al vino, pudiendo ser de roble americano o francés, en este caso concreto, francés; y la más reciente, el ovoide de hormigón, de forma inversa a la de la tinaja. Los estudiosos afirman que con esta forma, se obtiene un movimiento continuo en el interior, además de que abre las puertas a nuevas posibilidades de manejo, control y calidad del vino. En el suelo, un pozo cubierto con un cristal transitable, permite al visitante contemplar el interior de la cueva y hacerse una idea de la profundidad.
Unas modernas escaleras, conducen hasta la antigua cueva, a una profundidad aproximada de 6 metros de profundidad, 17 grados de temperatura y un mínimo del 50% de humedad, condiciones ideales para la conservación del vino y de los alimentos almacenados.
Las tinajas generalmente, en la boca, siempre muestran la marca del alfarero, también puede verse el pellizco característico de cada segmento, donde el rollo o churro se unía al trozo de tinaja ya elaborada. La mayoría se fabricaba en Villarrobledo, aunque las que aquí se muestran son de Utiel, con la marca y nombre del autor, "lo hizo Ujenio Muñoz, 1867".
En las cuevas no faltaba el trullo, un depósito de fermentación donde el mosto caía y posteriormente se transportaba por el canillero hasta las tinajas.
Tampoco el silo para los granos, donde se protegía de insectos o plagas mediante un peculiar sistema de "vacío".
Ni la Despensa, donde los alimentos, aceites y otros, se conservaban gracias a la humedad y temperatura.
Para proteger el suelo de la cueva y caminar con más seguridad, se han instalado unas tarimas, que también aprovechan como soporte de una iluminación ambiental indirecta y homogénea, que consigue resaltar los espacios y detalles, captando más la atención del visitante.
Se ha conservado el acceso y escalera original, así que el visitante puede ubicarse más en el contexto.
Puede verse un depósito hecho de ladrillos, con mayor capacidad de almacenaje. El pozo del vestíbulo, con un cristal transitable para que la cavidad pueda contemplarse desde otra perspectiva.
A la derecha, un pozo de agua para uso doméstico, algo muy común en las cuevas.
En la planta superior, se encuentra un antiguo filtro de mangas en cobre y un exhibidor con algunas botellas antiguas, como la de Sangría La Muleta, de Bodegas Tyrso (Murviedro) o la de Sangría Borriquito, Murviedro años 70, que en la actualidad comercializa con un diseño renovado, donde el borriquito -a diferencia de antaño-, ya no tira del carro sino que toma el sol acomodado en una tumbona. Y "es que los tiempos cambian que es una barbaridad...."
LA CATA
Antes de nada, reseñar que la decoración de las botellas, está inspirada en la casa de la seda de Requena, a manera de homenaje y recuerdo.
La visita normal finaliza con dos catas:
Dando inicio con cava orgánico:
Un Arts de Luna, Brut Nature, resultado del "coupage" de la selección de uvas Macabeo y Chardonnay, cultivo ecológico.
Fase Visual: Destaca su color amarillo pálido. Las burbujas diminutas, finas y regulares, carbónico perfectamente integradas.
Fase Olfativa: En nariz, aroma frutal, aromas de pastelería.
Fase Gustativa: En boca, frescura, las burbujas renacen en una sorprendente explosión, persistente.
Continuando con vino tinto:
Un Sericis, de uvas viejas bobal, 13% Vol.
Fase Visual: Destaca el color, brillante, rojo intenso que recuerda a picotas.
Fase Olfativa: En nariz, complejo y profundo, penetra.
Fase Gustativa: En boca, sabor a frutas rojas, cierta astringencia, persistencia media.
BODEGA HISTÓRICA MURVIEDRO. PZA. DE ALBORNOZ, 10 REQUENAHORARIO DE VISITAS
De DOMINGO a MARTES: De MIÉRCOLES a SÁBADO:
10:00 - 14:00 10:00 - 14:00
16:00 - 19:00