El cine tiene un poder, una magia especial que seduce, atrapa y se apodera del espectador, como hace José Sacristán con el simple acto de tocar el timbre con una sencilla contraseña: "Venía a hablarle del cine español". Todo eso no sería posible sin el amplio equipo humano, que en mayor o menor grado interviene en un rodaje, directores, guionistas, iluminación, cámaras, músicos, maquillaje, atrezzo....y muchos más, de una lista que de seguir podría ser interminable.
Aunque si de imprescindibles hablamos, ahí están los actores, esa camaleónica troupe de ilusionistas que lo mismo arrancan sonrisas que lágrimas, sorpresas, gritos y hasta espesos silencios.
Hay una noche del año, en la que el mundo del cine reluce sobremanera, la noche de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, la noche de los Premios Goya, que desde 1987, año de su primera edición premian la calidad del cine español.
Aunque desde antes de instituirse los premios como tal, ya había un protagonista único, Goya, el gran pintor aragonés cuyo busto reproduce la estatuilla.
¿Cómo puede ser que un pintor del siglo XVIII sea protagonista de las artes escénicas? Resulta que cuando se crea la academia surgen los interrogantes respecto a la denominación de los galardones, siendo elegido el de "Goya" a propuesta del director artístico Ramírez Gómez, quien puso de manifiesto que "Goya había tenido un concepto pictórico cercano al cine y que varias de sus obras más representativas tenían casi un tratamiento secuencial".
Toda película tiene un "fin", por eso Don José desde el marco incomparable del Palacio de las Artes, Reina Sofía (Palau de Les Arts, Reina Sofía) anuncia la inexorable escena final. "Misión cumplida, nos vemos muy pronto".
Desde luego que sí Don José, el día 12 de Febrero en la 36ª edición de los Premios de la Academia, los Premios Goya. Porque en esta ocasión esto no es el "The End", no es un "Fin", es hasta luego, hasta el sábado.