Por la antigua Nacional III, entre Cuenca y Valencia, exactamente a 83 kilómetros de Cuenca y 164 de la ciudad de Valencia, arranca un camino, que entre curvas y arboledas conduce hasta Alarcón. Allí, sobre un promontorio, dominando la Hoz del Júcar sobresale el Castillo de Alarcón, que fue mandado edificar por el Rey Alfonso VIII tras reconquistar el lugar en 1184. Apoderamiento al que al parecer contribuyó la inestimable proeza de Martín de Ceballos -adelantado mayor del reino, rico y valiente noble-, quien con la sola ayuda de dos dagas, logró escalar la muralla.
La importancia estratégica del emplazamiento, lo evidencia la estructura defensiva que circunda la villa, con varias líneas de murallas, el Castillo principal, la puerta de la Torre del Campo o de Armas, la del Calabozo y la del Bodegón. En la orilla contraria del Júcar, también destaca la Torre de los Alarconcillos, una sorprendente construcción, compuesta por una torre central y 4 de menor altura adosadas.
En el cerro se divisa la Torre del Campo, que con la puerta del mismo nombre constituían la primera línea defensiva de la fortificación de Alarcón. Interiormente la torre tiene planta rectangular y pentagonal la exterior.
La Torre del Campo edificada en el siglo XIV, con la puerta del mismo nombre. La Torre es una torre albarrana, o sea la que forma parte de un sistema defensivo. La muralla es almohade, del siglo XII.
Puerta del Calabozo, con la torre adosada para reforzar la seguridad. Esta puerta franquea el paso al segundo sistema defensivo.
Puerta del Bodegón. Es el último sistema defensivo previo al castillo.
Torre de los Alarconcillos. Es un castillete o zafra para la vigilancia y defensa. Construida en el siglo XIV, por el infante D. Juan Manuel, sobrino de Alfonso X y autor del Conde Lucanor.
Torre del Homenaje y entrada al recinto.
Entrada al Patio, donde puede verse la parte restaurada y la escalera de acceso al interior del castillo.
Una hermosa vista de la zona.