CASA ALBERTO
En el corazón de Madrid, barrio de las Letras y calle de las Huertas, 18, se encuentra Casa Alberto, una taberna restaurante fundada nada más y nada menos que en 1827, así que afilen lápiz y saquen cuentas, porque un día de estos celebrará su bicentenario, fastos en los que hay que estar y compartir, junto con Eliseo, Luis y los demás, con el favor de Dios y del libro de reservas.
Y si famoso es el barrio, no menos es la taberna, el uno y la otra han transitado juntos por el tiempo, compartiendo historias, personajes, aventuras y aventureros, también libretos, novelas, versos, sonetos, insultos y enemistades. No parece que todo esto fuera cosa del azar, o de la casualidad, sino la inevitable consecuencia del lugar, porque en un tiempo por este barrio paseó, pasó y hasta habitó gente de especial condición, no en balde, este es el barrio de Las Letras.
En la edificación precedente a la actual, dicen que habitaba Cervantes, cuando se aplicó a escribir la segunda parte de El Quijote y viaje al Parnaso, domicilio al que Apolo remite aquella famosa carta, "Privilegios, ordenanzas y advertencias" para los poetas españoles, no existiendo duda alguna de su recepción por parte de Don Miguel.
A distancia se percibe la taberna, más aún en la noche, destacando la fachada por el característico diseño y ese rojo intenso, propio de las tabernas de época en las que se servía vino.
La decoración de antaño, maderas con molduras y relieves, lámparas de época, cuadros, fotografías en color, blanco y negro, es todo un recorrido desde el siglo XIX hasta hoy.
Sus paredes, abarrotadas en un desbarajuste ordenado, conforman un peculiar ambiente, acogedor y agradable.
En un local histórico y castizo como este no puede faltar lo taurino, sobre todo si se tiene en cuenta, que por aquí ha pasado y pasa medio mundo -el otro medio está intentando reservar-, entre ellos artistas, escritores, actores y cómo no, personajes de la tauromaquia. De ahí que al fondo del local, se halle el palco presidencial, el lugar de honor, el Olimpo de los protagonistas y entusiastas del arte taurino.
Es el lugar en el que, tras un inicial revés, la suerte quiso que hubiera mesa y mantel para poder cenar rodeados de el Soro, José Tomás, Curro Romero, El Cordobés y otros, que se encuentran en las paredes de este privilegiado rincón de Casa Alberto.
Un vermú de la casa, especial, buenísimo. Una ración de bravas, crujientes por fuera, suaves por dentro, con la salsa en su punto, muy sabrosas.
Las anchoas en salazón, textura adecuada, sabor suave, exquisitas con el toque de Casa Alberto.
Después croquetas de calamares, perfectas, como deben ser, exterior crujiente y el interior consistente; unas alcachofas con velo ibérico supremas; de postre el clásico, torrija con helado, superior.
Si en un apartado anterior se hacía mención a "la suerte" para conseguir mesa, es porque así fue. Casa Alberto, por su ubicación, características, la atención que dispensan y por supuesto la exquisitez de su cocina, es altamente demandado, así que para conseguir mesa en el restaurante, se aconseja reservar con antelación, no así para el bar, donde con paciencia y tras formar la oportuna "cola", se puede obtener mesa.
Pero al tema. Tras reservar mesa telefónicamente, un sábado de Marzo, estábamos presentes y puntuales, a las 20:30 en punto, Eliseo nos encaminó hacia dentro y he ahí que Luis nos confiesa, que lamentablemente, se produje un error en la reserva -caras de sorpresa y decepción-, pero que también y muy oportunamente, se había producido una anulación, así que a la mesa. La suerte, la fortuna del Barrio de las Letras estaba con nosotros.
Para no hacer más larga la historia, no queda más que felicitar a Casa Alberto y a todos sus empleados. Un más que sobresaliente general, esperando regresar lo más pronto posible.