CAVA EL LAUREL
Son las 7 de la mañana, en un día de agradable temperatura y suave brisa, donde un cielo despejado nos presume sus azules. El día ideal para una jornada más en esta Ruta del Vino.
Fue ayer ¿o quizás mucho antes? Lo cierto es que hace algo de tiempo, unos sabios trovadores, a los que el escenario no pinta las canas, marcharon de "tournée" para una tarea encomiable, convencer a sus seguidores de que 50 años no es nada, y que el futuro cada vez es más breve.
El caso es que antes que ellos, otro maestro allá por los albores del pasado siglo XX, un tal Gardel que rondaba por los "empedraos", reducía más el plazo, insistiendo en precavernos respecto de la insoportable levedad que posee el tiempo, más que el ser.
Y así machaconamente, obstinado en que 20 años no es nada. Y ahí quedó no más, en un vano intento, porque "fijáte vos" que en ese entretanto, el tiempo cruel hasta aquel caminito y sus huellas borró.
Ese siglo XX Cambalache, problemático y febril, del que ya quedó cumplido el decimonono aniversario de su partida, marchándose igual que llegó, en un de repente, como se marchan todas las cosas de este mundo -afortunadamente-, pero dejando absolutamente claro, que no fue un siglo sin pena ni gloria, un periodo cualquiera, una centuria anodina de transcurso inadvertido y fugaz.
Virgilio el poeta latino "nuestro pariente lejano", murmuraría a modo de sentencia aquello de "Tempus Fugit", dicho en román paladino, "el tiempo se va volando". Pero lo peor del caso es que no se marcha solo, con él se van momentos, costumbres, épocas, piezas y fragmentos de una vida, pero es lo que hay. Un cúmulo de cambios que a todo y a todos afecta, sin que reparemos en ello, tan obtusos y abstraídos nos hayamos ( y mantienen), pese a que "el tiempo presente, aun sin mentarlo ya es ausente".
¿Y todo esto qué tendrá que ver con el Enoturismo? Paciencia caminante, que alguna relación sí tiene, y a las pruebas me remito.
Por mor de lo que antecede, ya no sabemos si fue "ayer o antier" la época en la que el dichoso vocablo apenas o nada se usaba y menos se escuchaba y que a día de hoy está de actualidad en pleno auge, una consecuencia más de los cambiantes tiempos y sus gentes.
Ese término tan traído, aparece acá y acullá, atestando folletos, revistas y libros, con seductoras y multicolores imágenes, atractivas y múltiples propuestas, con un aluvión de "pantallas", "Webs pages", "blogs", "gurús", entre otros, por supuesto ¡¡TODOS BIENVENIDOS !!
Y a estas alturas, la R.A.E, tan titubeante y escrupulosa -en algunas ocasiones-, sigue debatiendo, sin que a la fecha, encuentre oportuno encaje a una "palabreja", que ya se hizo popular, global y recurrente, siendo objeto de búsquedas interminables, en el universo paralelo e infinito de Internet.
Expresión ideal, de la que se llenan la boca muchos prójimos, con una más que ensayada posición de los labios y total cara de palo. Adoptando ademanes perfectos y postura en modo experto, sin que pueda faltar el imprescindible tono engolado, la correcta afectación y la cadencia debida, mientras se larga un extenso recital compuesto de tonalidades y matices, alusiones a dorados y carmesís, aromas de rosa marchita, frambuesas o granadas, prestos a rematar la faena con un epílogo deslumbrante, entre azul y buenas noches, que sugiere sabores con notas de vainilla y regusto a lo que sea, porque llegados a este punto no importa, es la apoteosis final no superada ni por la famosa "Pirotecnia Caballer".
Palabra hoy en día fructífera y provechosa para el "peculio", sinónimo de pingües negocios para algunos y para otros disfrute, ocio, evocación de momentos únicos entre generosas sonrisas de felicidad y pupilas chispeantes. Mágica palabra, que por cotidiana aparenta haber estado siempre entre nosotros, sobre todo cuando se deja caer uno de esos "aventados o aventajados" catadores, que tanto abundan en la actualidad ( una mayoría tenemos la extraña suerte de "disfrutarlos" en el entorno cercano ), que sin compasión alguna, ni ocasión para respirar, suelta una larga cambiada y nos hace partícipes, en exclusiva "retransmisión diferida", de sus vacaciones pasadas, puente o mejor aún de un fin de semana "turístico formativo", con lujo de detalles gráficos e inigualable alarde de sus capacidades olfativas y gustativas ( cualidades que nosotros mundanos ignorantes desconocíamos detentara ), ante las que sin duda palidecería la más avezada "nariz de oro".
Una palabra con la que sube el "caché", cuanto más se llena uno la boca con su nombre, sin olvidar que siempre debe pronunciarse untuosamente, con gusto y hasta retrogusto, logrando plena armonía con el nervio simpático, al que acelera y estimula.
En el pasado, Enoturismo se habría podido definir simplemente, como un tipo de turismo relacionado con el vino. Definición sencilla y correcta, para un momento en que la conjunción Viajes y Vino, Turismo y Vino, era incipiente, marginal y acotada. Por lo que el fenómeno que se ha ha dado en la actualidad, no puede calificarse como novedoso, porque ya existió en el pasado, pese a llevarse a cabo -con las limitaciones citadas-, por grupos sociales minoritarios, muy específicos, con motivaciones y propósitos, que poco o nada, tienen que ver con lo actual. Y si las que aparecen a finales del siglo XX son diferentes, más aún son las de la primera veintena del nuevo siglo.
Son las 7 de la mañana, en un día de agradable temperatura y suave brisa, donde un cielo despejado nos presume sus azules. El día ideal para una jornada más en esta Ruta del Vino.
En Baja California, a 30 km. de Ensenada y del mirífico Mar de Cortés -que diría un conocido clásico -al abrigo de las montañas surge un remanso inesperado, teñido de verde pámpanas, con marrones de troncos enjutos y sarmientos torturados, entre largas pinceladas de terrizos, pardos y ocres.
A menudo, cuando en la conversación surge el tema de los vinos mexicanos, lo más común es que el pensamiento, de manera automática se dirija al Valle de Guadalupe. También es usual contemplar el Valle, desde una perspectiva uniforme y única.
.....En aquellos tiempos en la aldea de Caná, de la Baja Galilea, tierra de vides y vinos, tuvo lugar un suceso extraordinario, del que se guarda cumplida memoria, gracias a que fue transmitido para la posteridad, por San Juan en el Evangelio de su mismo nombre, en el capítulo 2, versículo 1 al 11.
Con total rotundidad, así lo afirmaba François Rabelais (Francia S. XIV-XV). Rabelais, también conocido por su alias Alcofribas Nasier, todo un personaje, ilustre creador de la obra literaria Gargantúa y Pantagruel, que además de poseer amplios conocimientos y formación humanística (era escritor, médico o medio médico) tenía vasta experiencia en...